Ante tanta monumentalidad (uno se maravilla a veces de la capacidad humana a partir de un ladrillo y una paleta) va y lo que más disfruto es lo simple, aquello que va con el detalle, lo pequeño. Por ejemplo, del Parlamento? los leones que sacan la lengua descaradamente en la entrada, de la ciudad? el "mercadito" de antigüedades y de más cositas de Portobello Road (donde uno encuentra verdaderos tesoros). Y sin embargo, por falta de memoria (en la tarjeta), sacrifiqué al simpático leoncito por monumentos como este:
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