martes, enero 29, 2008

RE-ENCUENTRO

Viajar le encantaba, conocer, intercambiar, aprender.se adaptó a aeropuertos y esperas y los viajes, aunque por trabajo, se convirtieron en su pasión. Pero los años acaban pesando, y su edad, esa edad indefinida en la que uno ya no es joven para los jóvenes pero sí para los que ya no lo son, empezaba a pasar factura. La sensación de cansancio era más frecuente, no el físico sólo, sino el mental y, sobre todo, el emocional. Y él sabía cuál era la medicina, como canta la bachata, medicina de amor. Necesitaba un encuentro, EL encuentro.

Ella tocó su espalda, rostro hermoso como pocos, contrastado y favorecido por un curioso sombrero clásico. Su tez morena, su pelo azabache, sus ojos llenos de vida... El saludo no lo fue, fue un abrazo, intenso, largo. Él estuvo lento, por lo inesperado del reencuentro, pero tras el abrazo, inevitablemente, aquellos sentimientos de hace dos años afloraron de nuevo.

Dos noches después llegó el beso, y él se alegró de que sus sentimientos ya eran correspondidos hace dos años, y fue valiente, se ilusionó. Pero llegó el miedo, la incertidumbre... Aun así, el resto de la semana estuvo salpicado de momentos felices, aunque lamentablemente la confusión también salpicó. Sin embargo, pudo dejar prenda a su dama, para el recuerdo, para un futuro reencuentro. La puerta no estaba cerrada, y cuando una rendija queda abierta, la luz que por ella entra da esperanza.

Lamentablemente él escribía esto en un cuaderno de notas en la sala de espera de un aeropuerto, para tomar otro avión.

Méjico DF, 28 de enero de 2008