martes, agosto 11, 2009

CAMINO A VILLA FLORES

Un joven caminaba hacia Villa Flores por el campo cuando llegó a una encrucijada de tres caminos sin indicaciones. Miró a los caminos que tenía ante sí, se rascó la cabeza, pensó un rato,...y finalmente se rindió dejándose caer sobre sus posaderas: estaba perdido.

Un carraspeo le hizo girarse. Sentada sobre un pedrusco, había una anciana arrugada como ciruela pasa fumando en pipa. ¿Cómo era posible que no la hubiera visto antes?. Se puso de pie y preguntó:

_Perdone buena señora, ¿para Villa Flores?.

La vieja chupó la pipa de una forma un tanto repelente, al menos para el joven, lanzó un humo espeso..., tosió ruidosamente, escupió y...finalmente habló, con una voz más clara de lo que el joven hubiera esperado:

_Los tres caminos llevan a Villa Flores.

_¿Y cuál es el más rápido?_preguntó el joven.

_El de la derecha, pero es muy peligroso, atraviesa un bosque muy espeso donde es tremendamente fácil perderse.

_¿Y el del centro?.

La anciana volvió a chupar de la pipa, como si necesitara el humo del tabaco para poder hablar.

_Bueno, se llega rápido, hay bonitos paisajes, pero es un camino pedregoso y duro, donde es muy fácil torcerse un tobillo o partirse la crisma.

_Vale, vale, ¿y el de la izquierda?.

La anciana quemó el poco tabaco que quedaba en la pipa hundiendo sus carrillos hasta casi tocarse uno con otro.

_Ese es un camino precioso, muuuuuy largo, pero hermoso; posee muchas curvas, pero si se anda despacio y se disfruta resulta un paseo agradabilísimo.

_Ya, pero mire, es que tengo prisa.

_Bueno, pues toma el de la derecha, sin duda, y suerte.

_Gracias_, respondió el joven, y comenzó a andar.

Al poco rato estaba completamente perdido, la senda había desaparecido y sus piernas estaban completamente arañadas por ramas de arbustos y espinos. Al final encontró una senda, comenzó a andar por ella muy rápido, contento, llegaba a su destino...Unos metros más allá estaba la encrucijada, y la anciana metiendo más tabaco en la pipa.

El joven se acercó a ella y dijo con notable enfado:

_¡Menudos consejos da usted, señora!.

_Ya, claro _respondió la anciana_ y si te recomiendo el camino de en medio y te tuerces un tobillo también vendrás a recriminármelo, ¿no?. Y si te convenzo para que tomes el camino largo seguro que eres capaz de llegar a Villa Flores y, antes de entrar en el pueblo, volver por el camino de piedras para recriminarme lo mucho que has tardado, ¿no?. ¡Anda al carajo!_dijo la vieja escupiendo por el hueco que dejaban sus escasos dientes.

El joven se rascó de nuevo la cabeza, dio un paso en dirección al camino del centro, el pedregoso, pero se detuvo. La vieja sonrió a sus espaldas. El joven tomó el camino largo y comenzó a andar a paso firme.

Un buen rato después llegaba a Villa Flores. En verdad que la vieja tenía razón, había sido un hermoso paseo, cansado, pero con bellos paisajes y muchas cosas para disfrutar, como aquella poza de aguas cristalinas en las que se había dado un refrescante baño. Ahora, un tanto cansado, se dirigió al centro del pueblo para buscar una buena posada. Y junto a la fuente del centro de la plaza mayor, fumando en su pipa y escupiendo, estaba sentada la vieja.

_¿Cómo ha llegado aquí?_ dijo el joven absolutamente sorprendido y un tanto enfadado.

_Pues por dónde va a ser, por el camino del bosque, el más rápido_, respondió la anciana emitiendo una risa estridente.

_Luego me ha vuelto a engañar, ¡maldita vieja!_ replicó enfadado el joven. A lo que ésta respondió:

_¿Seguro?, ¿a caso no estás aquí sano y salvo?, ¿tan mala ha sido la travesía por el camino largo?...

_Ya, pero yo tenía pris....

El joven cerró su boca, y se miró sus piernas arañadas.

_En efecto_, dijo la vieja_, es un camino rápido el del bosque, sí, si lo conoces bien. Pero lo importante es caminar y llegar.

_Vale, entiendo, gracias por la lección. Y ahora, por favor, ¿sería tan amable de indicarme una buena posada para comer y descansar?_ preguntó el joven.

_Sí, claro, hay tres posadas: la primera es muy bonita, pintada de hermosos colores, pero la comida no es que sea muy buena, la segunda...

_¡Ah, no, otra vez no!_, dijo el joven airadamente_, dígame a cuál va a ir usted y en esa me alojo.

_Ven_, respondió la vieja sonriendo_, te invito a comer a casa, y si quieres, tengo una cómoda cama en mi habitación de huéspedes.

JT 2006