martes, octubre 14, 2008

DÓNDE DIABLOS JUGARÁN

Nunca fui de jugar mucho en la calle, porque tampoco es que tuviera muchos amigos por mi barrio, y mi portal daba a una gran avenida con mucho tráfico, mis padres trabajaban y me pasaba todo el día en el colegio. Sólo frecuentaba a los vecinos de arriba; cogía mi caja de clicks y Airgamboys (éstos eran los malos siempre, por grandes y feos) y me subía a su casa a jugar.


Tampoco es que me hiciera mucha falta la calle, pues entre semana me pasaba entre 10 y 12 horas en un colegio con un patio de 1 kilómetro cuadrado (esa suerte que tuve), con columpios, pistas de futbito, campo de fútbol,…

Aun así, los fines de semana, mi hermano y yo jugábamos al Tour de Francia con nuestras BH subiendo y bajando los montículos de escombros del descampado al oeste de nuestro bloque,…, justo antes de que iniciaran la contrucción de lo que llamé "la gran muralla china", un bloque de ladrillo cara-vista de 15 alturas que cortó para siempre los atardeceres, las vistas de la ciudad, los Castillos de Fallas, la grada oeste iluminada del Mestalla, todo visto desde nuestra habitación del séptimo piso.

Con 6 años bajaba a comprar el pan a las 7:30 de la mañana. Mi hermano, 11 meses mayor, con 5.


Hoy leí esta noticia: Una generación de niños entre cuatro paredes


Y me acordé de lo que ya vengo pensando, y es cierto, ¿dónde están los niños? ¿escondidos? ¿retenidos? ¿secuestrados? ¿por qué nos los comemos cada vez que salen a la calle?.
Cada vez se ven menos niños por las calles, las pelotas ya no vuelan, las BH de paseo ya no circulan, los niños con suerte van en un asiento de plástico naranja o verde detrás del sillín de su padre o de su madre. Muchos crían panza a la par que desarrollan los flexores y extensores del pulgar (que ya hay enfermedades y patologías asociadas al uso y abuso de los videojuegos). Los niños ya no son niños, ya no se entrenan en las calles para ser mayores, pasan de ser niños a come-niños directamente.


Y a los padres un tirón de orejas: cuesta menos (sobre)protegerlos que educarlos, que prepararlos ¿verdad?.

Claro, que uno no es padre (que sepa), y no puedo hablar mucho; pero si alguna vez soy padre lo seré al estilo de la antigua Esparta, mi hijo/a no pasará toda su infancia embobadamente feliz, las pasará canutas, a ratos claro, tampoco es cuestión de martirizar, y tendrá que aprender a resolver situaciones; pero espero que tras “su entrenamiento” sí sea feliz, fiero, valiente, amable, buena persona, buen humano. Porque los porrazos se curan, las lesiones se superan, los traumas también, la idiotez grabada a fuego de entretenimientos (mentales) tecnológicos no.


Mucha gente dice que es que hay mucho pervertido, abusador, delincuente suelto. Mucha gente se olvida fácilmente de sus épocas de niño o adolescente:

-Con 10 años unos tipos nos sacaron unas navajas a mis hermanos mi primo y a mí. Huímos corriendo.

-Con 14 años un tipo dos cabezas más alto que yo me robó 235 pesetas y el reloj (que me había comprado con mis primeros ahorros de la paga semanal). Conseguí esconderle 2000 pesetas que eran de mi madre (volvía de comprar libros de escuela), pero a pesar de la "hazaña" no pude evitar un ataque de nervios y un derrame de lágrimas.

-Con 15 años dos tipos intentaron atracarme. Me resistí, sin violencia, pero con decisión, y no se llevaron nada.

-Con 16 años fue toda una panda de mechudos la que vino a atracarme. Esta vez opté (o mejor dicho, improvisé) por la actuación, me hice el borracho y me dejaron por imposible.

-Con un año y medio me quemé de tercer grado el 30% del cuerpo al tirarme un cazo de agua hirviendo para hacer Malta en la cocina.


Los accidentes, y los incidentes, pasan, en la calle y en casa, si encerramos a los niños en casa les estamos privando de, al menos, la mitad de todo lo que puedan aprender (además de evitar que se curtan al sol, o bajo la lluvia, y luego venga, al médico por culpa de unas decimitas).

Claro, que si tienen que estar en la calle se tienen que crear espacios para ellos. De ahí el artículo, en el que se dice que los niños estorban a las ciudades, y de ahí el título de la entrada, frase de una canción de Maná.



7 comentarios:

Esther dijo...

Yo creo que:

a) antes las cosas no eran ni mejores ni peores que ahora, simplemente eran distintas

b) los niños siguen siendo niños (no les queda otra) aunque se juegue menos en las calles (ademas, hay vida mas alla de las ciudades)

c) no hay un antes y un despues de un "entrenamiento", no hay un aprendizaje definitivo que nos garantice un buen "despues" La vida es un puro entrenamiento de los 0 a los 99 años.

Yo tampoco soy madre (que sepa) pero seguro que el dia que lo sea lo haré bastante peor de lo que ahora imagino

Saludos cordiales

Yolanda dijo...

La inmensa mayoría de los niños de este mundo, están en el "SUR"... y los que están en el "NORTE" están demasiado "ocupados" aprendiendo a "tener" y no a "ser"...Y ya sabemos que el juego pertenece al segundo grupo y no al primero...

Para mi educar niños, es quererlos como son exigiéndoles lo que deben llegar a ser... Lo curioso, es que muchas veces son ellos los que me acaban
"re-educando a mi"...

Una sonrisa

Jesús dijo...

Formar para que sigan aprendiendo, enseñar a que aprendan, a que sientan curiosidad, ampliar miras, más allá de una pantalla, o de lo que en ella se muestra (o mejor dicho, lo que en ella muestran, otros).

Peritoni dijo...

Es cierto, las ciudades no están diseñadas para los críos, hay algunas urbanizaciones que tienen espacios entre los bloques, pero por lo general no hay niños en las calles.
En mi época aún jugábamos en la calle y eso que ya había que mirar a los dos lados antes de salir corriendo, pero cuando le tocó a mi hija se tuvo que conformar con el patio del cole y las casas.
creo de todas formas, que los niños siempre son eso, niños, y que juegan y se divierten igual vivan donde vivan. Está claro que un niño de pueblo que puede salir con los amigos por las tardes a correr por ahí se divertirá de una forma diferente al que tiene que conformarse con la consola o el ordenador, pero ¿seguro que eso influirá en la edad adulta en algo importante?.
No veo grandes diferencias entre mi hija, ya adulta, y yo, pese a la diferencia educativa y recreativa, me parece que el ser humano es mucho más fuerte de lo que creemos.

Anónimo dijo...

"uno no es padre (que sepa)" queee? jaja no podría vivir con esa intriga;)
En la educación creo que es importante no criarlos como si estuvieran en una cajita de cristal ni tampoco irse al otro extremo, siendo demasiado severos como si estuvieran en un regimen militar. Lo cierto (creo) es que de lo que mas aprenden es del ejemplo de los padres, como se tratan entre sí y como se manejan en general..

CABIRIA dijo...

Yo también fui una niña que no salía a la calle a jugar. La calle era demasiado peligrosa y el miedo a lo que podría pasar me impidió vivir el juego infantil y los amigos como ahora me hubiera gustado.
Sin embargo, a pesar de no jugar en la calle, si que hacía otras cosas fuera de casa. Jugar no, ya que jugar era un lujo totalmente prescindible y un riesgo muy alto para lo que se conseguía, o eso es lo que decían en casa. Pero iba a comprar el pan, al colmado que teníamos al lado de casa, ir y venir del colegio con mi hermana pequeña,... Y a los 10 años, cuando me rompí un brazo jugando (mira por donde) tenía que ir cada día al hospital a hacer rehabilitación cogiendo el autobús.... Tenía un alto nivel de responsabilidad, o eso creo.
Y ahora, que tengo una hija de 9 años intento, puede que inconscientemente, dar la libertad tal y como yo la aprendí. Le doy pequeñas responsabilidades, ir al comprar el pan, ir sola al colegio, ir a jugar a casa de una amiguita que vive cerca, ir de excursión con el esplay,... Ella está encantada de la confianza que le tengo.
Dentro de un año, cuando tenga 10 la dejaré ir al parque a jugar, pero creo que no encontrará muchos amigos. La mayoría no sale de casa sin sus padres. Y se escandalizan cuando les hablo de las "pequeñas libertades" que le doy a mi hija.
"Si algún día le pasa algo a la niña no te lo perdonarás nunca", me dicen. El miedo no nos deja hacer lo que realmente deseamos. El miedo es el mejor antídoto para la libertad.
Con los hijos pasa que el miedo se transforma en pánico. Y así estamos, medio neuróticos.

Me encanta este blog.
Saludos
Julieta

Jesús dijo...

http://blogs.20minutos.es/enguerra/post/2008/11/18/los-niaaos-juegan-la-guerra

Aquí también pongo el link a este blog, cuya entrada de ayer es de casi obligada lectura y observación.

Dónde diablos jugarán es la pregunta. Pero ellos no se la hacen, simplemente juegan, donde sea, por su condición, hasta que se la robamos....