Una vez alguien me dijo que había dejado de sonreir. Tomó una decisión valiente que le costó mucho, lo mismo que le costó volver a sonreir. Ahora creo que sonríe frecuentemente, y me alegro.
Alguien preguntaba si creíamos en la FELICIDAD. Muchas veces he hablado de los peligros de tan magnificado concepto, de los riesgos que suponen las ansias por abarcarlo, alcanzarlo o la, puesto que hablamos de ella, por posearla, por utilizarla y por ser utilizado/a por ella.
Que yo recuerde, muy pocas veces me he considerado feliz en mi vida. FELIZ con mayúsculas. Pero sí me he dado cuenta de que cuanto más persigues la felicidad mas se aleja ésta.
Un día recordé aquel libro que para mí es la Biblia (Momo). Rememoré cuando Momo llega a la calle del tiempo, empieza a correr y no avanza, y la tortuga (curioso, una tortuga!) le dice a través de los mensajes de su caparazón que en esa calle para avanzar rápido debe andar despacio, es más, debe andar de espaldas, hacia atrás.
Cuando al final del libro los hombres de traje gris le persiguen, Momo llega de nuevo a esa calle y anda hacia atrás, mientras los hombres de traje gris intentan capturarla a todo correr sin éxito.
Hace un tiempo empecé a andar más despacio, y dejé de perseguir la felicidad, perdió toda su importancia, simplemente desapareció. Sin embargo, anoche, volviendo a casa algo achispado por las cervezas ingeridas con buenas nuevas compañías, me coloqué los auriculares y le dí al Play del Ipod. Caminando colina arriba escuchando el 2º concierto de Brandenburgo de JS Bach...me dí cuenta que sonreía, de oreja a oreja.
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1 comentario:
.."Sonreir", ¡me ha parecido precioso!... Junto con el de "aún más despacio"...
Un beso
PD: Que sepas que un post así, merecería una "black beer"
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