miércoles, mayo 27, 2009

EL SECRETO MUSICAL


-->
Como cada martes, el secreto musical abre sus puertas sobre las 8, pero no es hasta las 9 que llega el club de soneros, club cuya media de edad no debe bajar de los 65, club elegante, ellos sobre todo, con sus zapatos de dos colores, sus tirantes, sus camisas recién planchadas, sus boinas y algún que otro gorro de ala. Y empieza a sonar el son, el buen son cubano, una lenta, una rápida, para los que saben y los que no saben, para que todos bailen. Uno se sienta y pide un servicio, a saber, botella de Brugal, coca-cola y la cubitera, y bajándose ron, bailando y compartiendo uno pasa la noche, la noche no pasa, corrijo, uno vive la noche.
Entra un grupo de muchachas bonitas con la misión de bajar la media de edad del local, un par de “gringas”, que se esconden en el fondo del local pero que tardan segundos en perder la timidez, y siguen entrando soneros. A las 10 ya hay gente hasta en la calle. Me animo a sacar a Miguelina, mujer que parece una institución; sentada en el centro del club de soneros, para quienes están reservadas desde primera hora de la noche las mejores mesas, morena de piel, de pelo muy corto, fijado y teñido de un amarillo imposible, a juego con su camiseta apretada, que, sin vergüenza, evidencia unos cuantos rollitos de grasa, baila muy seria, pero su sonrisa y abrazo al terminar la canción demuestra que ha gozado, no más que yo. Y sigue la noche, vuela. Al final el culmen, al ritmo de son santero, el dueño del local, pañuelo rojo en cabeza y puro kilométrico en boca, enciende fuego sobre un trozo de ladrillo empapado en alcohol para que todos y todas pasen bailando sobre él enarbolando pañuelos, y algunos se bañen cogiendo llamas con sus manos y frotándose cara y cuello con ellas. Mientras, se va repartiendo una especie de agua de rosas a todo el mundo, quizá como parte del ritual, quizá con la misión de ocultar malos olores sudorosos. Con la rifa de dos botellas de Brugal y una de whisky, que no tocaron, y con las “muchas gracias” del dueño del lugar se termina la noche. Son las 12, maldita ley seca, podríamos haber estado hasta la mañana.
Villa Consuelo, Santo Domingo, mayo 2009

lunes, mayo 11, 2009

OVERLOAD

Cuando uno está en el Caribe, trabajando en uno de los lugares más impresionantes del mundo, y en vez de dar gracias no hace más que (interiormente) quejarse es que algo no marcha. Dicen, mucho, que el que mucho abarca poco aprieta, y uno aprieto poco, y lo que más el corazón, y duele. Así que habrá que ir mandando cosas a tomar viento fresco y pasar más tiempo con y para uno mismo, disfrutando de las cosas de la vida; y los objetivos se irán cubriendo, poco a poco, o no, y en ese caso no importará, mucho. Porque como cantaba Serrat recitando a Machado: "...se hace camino al andar". Y lo importante es no parar-se.